un diputado que nos entiende...

Los alcaldes y la descentralización: tras su participación en la Cumbre de Alcaldes, el diputado nacional marplatense Gustavo Serebrinsky analiza en este artículo, preparado para LA CAPITAL, la necesidad de una política de descentralización para la ciudad, que tenga continuidad.

Por Gustavo Serebrinsky (Diputado nacional)

Mi conclusión más importante respecto de la Cumbre es que, cada vez más en el mundo, tienen peso los gobiernos autónomos municipales, los gobiernos locales son fundamentales por la cercanía institucional que tienen con los vecinos, pero también desearía señalar una clara contradicción.

No alcanza nada más que con hacer discursos, con inaugurar jornadas, con hablar de descentralización cuando esto no se pone en práctica en la realidad. Y la realidad es que estamos viviendo un país cada vez más unitario, con problemas financieros y de desarrollo regional importante en las provincias, esto trasladado también a los municipios.
En gestiones municipales --por ejemplo, el caso específico de Mar del Plata que no termina de descentralizar su gestión--, no se puede seguir manejando Mar del Plata desde un despacho en Luro e Yrigoyen. Me parece que tendríamos que pensar en una descentralización política, administrativa, geográfica y presupuestaria diferente, en la que el vecino sienta que la gestión es parte de sus cuestiones cotidianas, es decir, arrimar la gestión al vecino en cosas absolutamente concretas.

Perfil de ciudad

No hemos terminado aún de definir cuál es el perfil de ciudad de Mar del Plata: si somos una ciudad industrial o una ciudad de commodities; si somos una ciudad tecnológica o una ciudad mixta --no terminamos de definir nuestro perfil hacia afuera. Si vamos a poner en valor al puerto, y vamos a participar activamente, o si vamos a vivir siempre esperando que la Provincia nos autorice a desarrollar una cuestión tan estratégica como nuestro puerto; si tendremos una estrategia de turismo de todo el año de desarrollo permanente o, también, si seguiremos pidiendo permiso, por ejemplo, para el manejo de Punta Mogotes --con un adefesio realizado en la época de los militares que no se termina de resolver y que cada vez causa más problemas.
Por eso, más allá de los discursos y de las discusiones, debe haber reformas --en la Nación, en la Provincia y, también, en los municipios-- para descentralizar la gestión, la reasignación de recursos, los fondos afectados específicamente. Hoy, la mayoría de las obras que tiene la ciudad dependen de la Nación y de la Provincia, lo cual hace muy poco viable a la ciudad. Si esto se llegase a "cortar" estaríamos en problemas, fuese quien fuese el intendente.
Tenemos que generar políticas serias para los próximos quince o veinte años. No puede ser que el intendente que se va no se hable con el que llega: esto que ya viene pasando hace un tiempo no favorece a la ciudad, no es maduro, no es democrático y, en definitiva, no es solidario con los ciudadanos, quienes están esperando de los dirigentes otra clase de responsabilidad.
Sería deseable que pudiéramos rescatar de la gestión de cada intendente lo bueno. Porque todos los intendentes hacen cosas buenas y malas, y de las dos se aprende, de las buenas y de las malas experiencias.
Me parece que los dirigentes tenemos que ponernos a pensar seriamente en rediseñar Mar del Plata, y para eso hay que generar los ámbitos: no puede haber caprichos, no puede haber autistas, no pueden haber quienes piensen que pueden resolver todo solos y no crear los espacios de discusión de todos los sectores. Esto es lo que reclama la sociedad, que aprovechemos ese cúmulo de experiencia.

Nuestra ciudad cuenta con gente muy exitosa en urbanismo, empresarios, profesionales, trabajadores. Me parece que convocar a esas personas que tienen la posibilidad de mostrar un camino, desde la experiencia, sería un buen camino. En realidad no tenemos una política productiva, tenemos una Secretaría de Producción, pero no se sabe qué produce. No asumimos el liderazgo regional que tenemos. Por ejemplo, tendríamos que estar pensando en la posibilidad de constituirnos como una ciudad donde se empaque para exportar al mundo, pero, para eso, hay que hacer primero una evaluación del mundo, no podemos estar esperando una draga anticuada, rota, que lo único que va a hacer es proveer una solución en forma parcial. Debemos considerar seriamente el problema del puerto --nuestros silos están parados, nuestros containers no funcionan.
Creo que, en los temas que vivimos los marplatenses, que nos importan, tenemos realmente muy poca injerencia; tampoco veo que se creen los ámbitos para discutir esos temas en forma elevada, con propuestas, más allá de la divergencia de visión. Sabemos que tenemos un objetivo común, y ese objetivo común es Mar del Plata.

Sobre la petición de una delegación sur

Esta semana en el diario La Capital salió publicado el pedido de una delegación sur por parte de UPES (Unidos por el Sur), que comprendería desde Edison y Vértiz hasta Las Brusquitas.
Sobre esto debo señalar que Mar del Plata vive diferentes realidades, de allí que no se la puede tomar como un todo homogéneo. Lo que Unidos por el Sur está pidiendo es que se tome en cuenta lo específico de su realidad, diferente, seguramente, de la realidad que vive gente de la zona de Güemes o de la que vive al norte, o al oeste. Se trata de diferentes realidades, por características, por idiosincrasia, o por particularidades socioeconómicas.
Uno debe gobernar para todos pero teniendo en cuenta las particularidades de cada sector. Mar del Plata es una de las pocas ciudades hasta ahora que crece hacia el sur, y tiene características propias. Fue un orgullo durante mucho tiempo, se realizaron inversiones muy importantes, lo que fue en su momento el Sao Alfar, los edificios, Punta Mogotes con sus hoteles de piedra. Cuando uno era chico tardaba mucho tiempo en llegar a la orilla, y saltaba médanos y lagunas, hoy ni siquiera hay playa pública, es un bloque que ni siquiera permite ver el mar, donde se cobra absolutamente todo (en cualquier momento nos van a cobrar cada vez que respiremos en las playas de Mar del Plata), y no nos damos cuenta que estamos perdiendo competitividad con otros lugares de la costa atlántica, con los que, en realidad, nos tendríamos que complementar y no competir, pero esos lugares nos han superado claramente, porque han tratado de mejor manera sus recursos naturales.
Creo firmemente que éstas son las discusiones que tenemos que tener los marplatenses, para que, cuando el turista visite Mar del Plata, no piense que se está permanentemente tratando de sacarle la plata por cosas que en otros lugares son gratis. Me da la sensación de que esto es lo que está reclamando la gente del sur, y con legítimo derecho, porque ellos fueron los pioneros, los que construyeron, los que invirtieron. No es cuestión de que ahora les levanten, como han hecho en esa zona por ejemplo, un puente de muy mal gusto. Por otro lado están los balnearios de La Perla, ese monumento al fracaso de ladrillo que ha tapado las playas.

Hace muchos años que estamos como en un tobogán en estos temas y habría que empezar a poner en valor esa postal que es Mar del Plata. Y trabajar en la Mar del Plata profunda que es sus barrios y que tiene que ver con las posibilidad de hacer industrias compatibles con el turismo, de desarrollar un polo tecnológico gracias a la cantidad de materia gris, los técnicos, que pasaron por nuestras universidades pero que no han encontrado el ámbito adecuado.

Existe demasido voluntarismo de la clase política, en su mayoría sin que sean capaces de compartir una idea o consensuar un proyecto para sacar a Mar del Plata adelante.